Por: NikoneCons
Pues bien, los multimillonarios raperos Jay Z -con un patrimonio neto de más de 450 millones de dólares en 2010-  y Kanye West  -una de las 100 personas más influyentes en el mundo según la revista  Forbes- nos presentan, con altas dosis de hipocresía y alevoso  oportunismo, el sublime vídeo-clip del tema “No church in the wild“, bajo la excelente dirección de Romain Gavras,  lo que viene siendo habitual en el trabajo de dicho realizador. Las  imágenes del clip muestran una revuelta al más puro estilo helénico.  Enfrentamientos entre mercenarios capitalistas (policías) y  revolucionarios anticapitalistas (manifestantes), porrazos y gas  pimienta por un lado y cócteles molotov por el otro, o sea lo que vemos  en cada manifestación griega  desde hace algún tiempo, y no es casual ya que Costa-Gavras así como  su vástago son originarios de la combativa nación helénica. Entre los  disturbios callejeros también hay lugar para un elefante desbocado  (¿será un ‘guiño’ al elefanticida campechano?) en medio de la  batalla o para unas estatuas griegas que hacen una clara referencia a lo  ya mencionado sobre la lucha popular en Grecia. Todo esto puede parecer  muy ‘antisistema‘ aunque contra el único sistema que están estos dos MULTIMILLONARIOS es el Sistema Métrico Decimal.
A parte del flagrante oportunismo del que hacen gala, y del cual Jay Z es ya reincidente (los activistas de Occupy Wall Street todavía recuerdan la última),  hay que añadir el evidente intento de mercantilizar la resistencia  anticapitalista, la lucha social, mediante este proceso de vaciado  ideológico acompañado de una suntuosa ponderación estética de  elevadísimo presupuesto, dicho de otra forma, intentan sacar tajada  vendiendo la respuesta del pueblo ante los ataques de la oligarquía  financiera como ‘moda’ y no como acto político. Algo realmente  lamentable en ambos sentidos puesto que desvincula el acto de  resistencia de las razones que motivaron el mismo, o sea el sistema  capitalista, sistema en el que estos ‘revolucionarios’ MCs se han hecho asquerosamente ricos.
Por otra parte, la puramente  cinematográfica, pocas veces pasa que el vídeo-clip supera con creces a  la canción para la cual fue hecho y esta pasa obviamente a un segundo  plano convirtiendo de esta manera al acompañamiento visual en  protagonista y por tanto al clip en obra principal y a la música en una  mera banda sonora que bien podría ser reemplazada por cualquier otra sin  que mengüe la calidad de la obra, o sea del cortometraje. Este,  claramente, es uno de esos casos.
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Nota publicada originalmente en el blog del pana NikoneCons.