2 de agosto de 2011

El HipHop o la miseria no es bonita


No es casualidad que las revoluciones auténticas o realmente transformadoras tengan como columna vertebral el nacimiento de un discurso y pensamiento propio, fresco y descontaminado de ideologías balurdas malversadas y manipuladas por la inútil academia o las enormes máquinas de la desinformación.

En Venezuela es imposible no hablar de participación. O mas bien, es imposible no participar en un proceso comparable a un huracán que se lleva lo viejo, lo débil, pero que deja a su paso las condiciones y el terreno virgen y caótico para que se haga y se piense en colectivo un modelo de vida nuevo, apartado de la lógica irónicamente natural que nos impuso el capitalismo. No es coincidencia que nos dividan por géneros, por raza, por gustos o por ideología; pero tampoco es coincidencia que al calor de éstas divisiones invisibles nazcan gritos de rebeldías propios de una misma clase, que muchas veces incomunicada se expresa con la fuerza suficiente para encender la mecha de lo que puede ser el comienzo de un sueño de sociedad diferente.






Así pasó con el HipHop, un movimiento cultural que nació al calor de uno de los periodos de marginación mas atroces que vivió la comunidad latina y negra de los Estados Unidos, se masificó y se transformó en una especie de grito que no entendió ni se hizo parte de palabras extrañas ni de autores consagrados, mucho menos de ideología, ni de organización, pero si canalizó un cúmulo de arrecheras colectivas y unos años después era un movimiento regado por la mayoría del mundo. Hoy casi 30 años después el capitalismo intenta transformarlo aplicándole la misma fórmula de compra-venta con la que domina al mundo. Pero también, más por instinto que por conciencia hay colectivos y procesos visibles en todo el mundo que hacen entender y ver al movimiento Hip-hop como un intento de organización de una parte de la clase pobre, en su mayoría joven, que de frente y sin atajos escupe al capitalismo, pero que contradictoriamente aun no logra dar con el dato colectivo que lo separe de él. No se trata de una oda estéril al Hip Hop, se trata de entender este movimiento como una mínima parte de un todo gigante y transformador que estamos llamando desde hace 11 años ya, Revolución.




El Hip Hop en Venezuela tiene una responsabilidad histórica que no está ni cerca de ser teórica sino mas bien directa y práctica, de comunicación, pero de comunicación para la acción, no para el regocijo ni para el estúpido masaje al ego. Es una responsabilidad que ya no está en manos de los poetas universitarios ni de los pintores de la academia y que además si no es asumida en colectivo, pensada en colectivo y discutida en colectivo está destinada a desaparecer o en el mas triste de los casos a ser absorbida por el mercado, la industria, la televisión, los eventos o como los justificadores de oficio quieran llamarle al capitalismo. Así lo hemos entendido en HipHopRevolución, atrás quedaron las discusiones estúpidas sobre el tipo de baile o el estilo de trazo de tal o cual grafitero o sobre el coqueteo sospechoso de los grandes festivales gringos o europeos. Nuestro esfuerzo diario apunta a un tipo de comunicación que mueva, que moleste, que cause dolor, que haga que cuestionemos nuestra práctica diaria, pero que con el mismo impulso nos invite a pensar en conjunto, nunca solos, que nos haga vernos como clase y nos entendamos en nuestras impuestas diferencias y asumamos que somos reproductores de esa comunicación transformadora que se necesita para echar adelante un proceso revolucionario que aparenta estancarse. Aquí estamos intentando ubicarnos y entender el momento histórico del cual somos parte.



Desde hace 6 años estamos pensando un movimiento que amplifique la voz del Hip Hop Latinoamericano, que haga visible su carácter de clase, de muchos pelabolas que deciden asumir una postura que es totalmente política, no sólo artística. Pensamos e impulsamos un movimiento que se piense y se escuche desde la conciencia y no desde la necesidad. En el 2009 después de un año largo de discusión y tras la muerte de uno de los nuestros, (Ardilla, asesinado por los mismos malditos órganos represores del pasado y que siguen vivos después de 12 años de revolución) nace el proyecto EPATU, un proyecto con estructura de escuela que intenta experimentar otro tipo de organización que sirva para la discusión, para la generación de un discurso propio pero con la palabra genuina de nosotros los pobres, los feos, los lacras, para generar también el arte, la música, la pintura desde el colectivo. La EPATU debe entenderse en este contexto, aquí se niega todo tipo de arte o de intelectualidad de individuos solos, egoístas, propios del capitalismo, aquí estamos todos los bichos que en el camino andamos explorando nuestra propia rebeldía, nuestras rabias legítimas por la carencia heredada, nuestro grito impotente en contra de una sociedad enferma, pero entendiendo que sólo con el grito no daremos el paso definitivo que nos separe del capitalismo. Estamos regados por todo el país, entendiendo que el territorio es grande y debe ocuparse en colectivo, todo el país en conjunto, como campesinos, como obreros, como niños, como pobres, como todo en un experimento de organización comunal, inherente a todos, somos parte de esto, desde las costas orientales hasta el Páramo andino, cada escuela con su dinámica discute y decide apartarse de todo germen de farándula, proponiendo que este grito ya debe dejar de ser instintivo para convertirse en un grito consciente y genuino, apartado del poder que intenta día a día corroerlo y neutralizarlo, como ya ha hecho con la gran parte de movimientos artísticos que nacieron desde las raíces de nuestro pueblo. No estamos exigiéndole derechos al capitalismo, poco nos importan las tarimas, los eventos, las luces. No nos verán pidiendo comodidades propias de grandes artistas, seudorevolucionarios que esconden su miseria detrás de la comodidad de sus viajes y de su clase media egoísta y reaccionaria, que intenta hablar por nosotros (los pobres), que intenta ser como nosotros, que se vende hablando de nosotros. Pero que poco tienen que ver con nosotros aquellos cantores de protesta necesaria o cualquier otra copia propia de otra clase, de otra gente y de otros tiempos.





El Hip Hop no es el objetivo, mucho menos es la solución, el Hip Hop es sólo la manera de nuestra lucha, un método, una herramienta. Nos queda mucho por discutir, por aprender, por experimentar. También tenemos mucho de lo cual despojarnos. Sabemos que este momento que nos toca vivir es clave, pero también es doloroso, por eso no es bonito nuestro grito, por eso nuestras canciones escupen, insultan, interpelan, porque la miseria no es bonita. Ese es sólo un discurso de algún traficante del dolor, de algún burgués que habla de la revolución bonita desde su comodidad, sin saber la angustia del hambre, lo oscuro de la muerte o lo ensordecedor de la soledad. Estamos apartados de sus dogmas, de sus pegostes ideológicos y creemos que esta es una ventaja grande para hablarnos desde aquí, desde la horda para la horda con nuestros pantalones anchos, con nuestras caras feas y nuestro lacreo. Cuestionando todo, porque todo vive en capitalismo.

En eso andamos, con muchísimas contradicciones, reproduciendo sin duda fórmulas agotadas, pero inventando en la marcha, cambiando a diario nuestras maneras de enseñar y de escuchar. Aquí estamos en las EPATU, sabemos que, no basta el discurso, tampoco es suficiente el llamado talento sin la conciencia de clase instalada en la sangre. Es necesario la unión de todo esto para seguir haciendo y pensando en la marcha. En esta marcha nosotros seguiremos rayándole las paredes al capitalismo, seguiremos cantándole a nuestra gente sin instrumentos creados para limitarnos, seguiremos bailando al son de nuestros gritos y seguiremos haciendo música con los puños salpicados de saliva mientras otros sueñan con pianos y teatros.

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